En el silencio de las ruedas de un camión de carga
Atravieso una carretera que no lleva a ningún lugar real
Hay un apuro incierto
Pues de tanta luz
Aun los frutos no caen.
Mi alcoba es una prisión paraíso
Veo y escucho todo desde lejos
Quizás el eco de tus senos
El sabor lejano
Acaso ya en la garganta.
Pero es contradictorio
Los frutos aun no caen
Y el amargo en la garganta.
Es parte del camino
El látigo moralista
Hasta que los callos
Sean los conductores de la carreta.
Dentro de la calabaza
Los ratones comieron
Mi cabeza
Que no sabe cuando callar
Ni mandar a dormir
A sus ingenieros.
Es la angustia de la libertad
El vacío del pecho
El infinito
Espejo contra espejo
Se piensa el pensamiento.
El galáctico desaforado
Solo era un niño
Que clamaba por papilla tibia
Por jugo de limón
Por burbujas que no lo podían sostener.
Se hace necesario dejar la tragedia lírica, la melancolía del wayno, el lamento de aguardiente. Los dientes sin caries deben dejar de morder el polvo.
Adiós fantasmitas, ascensores, escaleras.
Que dios te lo pague hermanito. Y el hermanito ahora es un puñal por la espalda. Una mirada a los ojos. De todas formas sabían que aquella obra iba a terminar, afuera esperaba la avenida de vitrinas por ellos.
Si algo, todo
ResponderEliminarTodo fué voluntario.
Perdón por el silencio, pero fué para escuchar
Perdón por la sombra, pero fué para conocer
Perdón por no ser, pero fué para ser
Todo lo demás fué corolario
Todo eso fué.
Punto final sin interrogación.
De la mierda salen flores
Hasta otro mundo y gracias una vez más